Máximo Luppino |
Cristina destrozó con fundamentos y ferocidad irrefutable la dolarización que propone Javier Milei. Fue en el marco de la presentación de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner, evocando la elección del 2003 donde Néstor construye su llegada al gobierno central.
Está claro que la vicepresidenta eligió al célebre libertario para confrontar. Hizo alusión a sus particulares ideas sin nombrarlo jamás, actitud que lastima el gigantesco Ego de Milei.
Fue una charla por demás amena en la que aseveró que nuestro problema más grande es la deuda contraída con el FMI por Mauricio Macri. Recordó que el gobierno peronista siempre prefiere lejos al Fondo. En cambio, los “liberales” llaman al FMI para fines más personales que públicos. Pero el momento emocionalmente sensible fue cuando ante los cánticos reiterados durante toda la tarde-noche de: “Cristina presidente”, la mandataria, con tono firme, dijo: “Yo ya di todo lo que tenía que dar”. El clima militante sumamente entusiasta pareció congelarse y un manto de tristeza momentánea cubrió a toda la concurrencia. Quizás Cristina aparezca en algún tramo de la boleta electoral o no, pero parece que ella elige un rol de conductora y armadora electoral más que el de candidata a presidente. Los concurrentes que derrochaban entusiasmo y esperanza aguardaban otra cosa.
Rápidamente, el fervor tozudo y persistente volvía al teatro y a las calles circundantes y los cánticos retornaron a entonarse en las gargantas de los fieles militantes. Pero juzgando el episodio en cuestión, todo indicaría que los partidarios de Cristina deberán imaginarla en otro lugar más que en el de candidata a presidente de la Nación. De todas maneras, hay que aguardar unas pocas semanas más y todo se va a dilucidar.
Llamó Cristina a discutir y exponer la doctrina de Perón “cuerpo a cuerpo”. Es decir, exponer las ideas peronistas sin pudor y con genuino orgullo discursivo.
Ordenar y corregir los desencuentros internos en el Frente de Todos no es tarea fácil. Demasiado vedetismo a flor de piel. Unidad férrea o derrota humillante es la íntima elección que los dirigentes tienen que hacer. La gente peronista desea triunfar y está unida. El desajuste está en los mandamases.
Es imperioso que el presidente Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Fernández se reúnan y establezcan una clara hoja de ruta electoral y que se priorice el interés del pueblo por sobre cualquier orgullo suicida.
La militancia está, hay doctrina, sobra entusiasmo y hay historia con sangre derramada. Falta sólo el espíritu noble de los más altos dirigentes.
Lo que falta es poco. No obstante, parece mucho.
¡Pensar en la patria es lo que necesitamos!
Máximo Luppino
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