por Fabián Domínguez (para Resumen Latinoamericano), 11 de febrero de 2023.
Nota de Redacción: El autor formó parte de una de las columnas que marcharon a Lago Escondido con la idea de seguir visibilizando que el multimillonario Joe Lewis es el amo y señor de ese enclave. Tarea que cumple con la gran «ayudita» de la gobernadora de Río Negro, el gobierno nacional, y por supuesto, policías varios a los que se suma la «guardia blanca» de matones al servicio del patrón. Todos ellos, son parte de una Argentina privatizada por donde se la mire. Lewis es solo uno de sus ejemplos más mediáticos, pero también están Benetton con sus 900 mil hectáreas o las tierras que compra habitualmente el Emir de Qatar.
Fabián Domínguez, reconocido escritor del campo popular cuenta en esta crónica coloquial, hasta donde la soberanía de este país está siendo ultrajada, pero también descubre como cientos de jóvenes venidos de todo el país para intentar defenderla.
La Séptima Marcha por la Soberanía del lago patagónico demostró que allí se montó un estado paralelo que maneja un millonario inglés que controla los poderes del estado municipal de El Bolsón y provincial de Río Negro, y a su vez tiene en jaque al estado nacional.
Noche fría sobre la ruta 40, en la Patagonia argentina. Varios micros, numerosos autos y camionetas estacionadas a la vera del camino, en algún lugar entre El Foyel y El Bolsón, provincia de Río Negro, esperan. Termina el 3 de febrero con una luna casi llena y cerca de quinientas personas miran en la oscuridad, buscan divisar los vehículos que traen 60 montañistas, retenidos por la “peonada” del millonario inglés Joe Lewis. La presencia del súbdito británico es una piedra en el zapato para la soberanía argentina, porque hace más de 25 años, cuando tenía 60 años, compró de manera irregular tierras en torno al lago, se quedó de manera ilegal con el espejo de agua y desde entonces impide que la gente se acerque al lugar. La adquisición no era para vivienda permanente, pues vive en Bahamas para pagar impuestos bajos, pero su tenacidad para impedir el acceso al lago deja entrever que esconde intenciones oscuras. A ello se suma que Lewis se adjudica tierras en zona de frontera con Chile, situación prohibida por ley para cualquier extranjero. Por la Constitución Argentina todas las orillas de lagos, ríos y mares son de uso público, y nadie tiene derecho a adjudicársela. A su vez hay una serie de fallos judiciales desfavorables al inglés, que él mismo se encarga de desobedecer de manera sistemática, con protección del poder político.
Los montañistas partieron una semana atrás desde El Bolsón, más precisamente desde la Esquina Warton, para recorrer 40 kilómetros de senderos de montaña y llegar al Escondido, una ruta que Lewis dice que cualquier familia puede transitar para llegar y pasear a la vera del lago. El grupo de escaladores pretenden demostrar que es un camino de muy difícil acceso, que no se lo puede hacer en un par de horas, y que además hay personal que impiden la libre circulación. El contingente llegó a la cabecera oeste del lago un martes, con sus mochillas, carpas y víveres, hicieron noche y al día siguiente navegaron varios kilómetros en kayak para llegar a la cabecera este, donde está la mansión del magnate. Pero una lancha los interceptó y los obligó volver a orilla, y de ahí regresar sobre sus pasos. Los caminantes acamparon esa tarde, y por la noche retomaron la navegación, cruzaron 10 kilómetros remando y llegaron a un peñasco, frente a la mansión de Lewis, a la vera del camino de Tacuifí, el paso vecinal que el inglés bloquea desde hace varios años.
En una calle de ripio, que llega en diagonal a la ruta nacional, hay media docena de policías de Río Negro, pero ya entrada la madrugada el número se triplica sin que nadie entienda de donde salieron ni que objetivos tienen. A lo lejos, el camino de tierra que usa Lewis para acceder por tierra de manera directa a su mansión, deja ver el movimiento de luces. Son las combis que rescataron a los montañistas y detrás de ellos los vehículos que custodian a los micros para que no se desvíen ni se les ocurra bajar. Por fin, en la curva de la ruta 40, el asfalto se ilumina con una, luego otra y, por fin, la tercera combi. Pasadas las 3.15 de la madrugada del sábado 4 de febrero, los 60 senderistas llegaron sanos y salvos, y recibidos por una manifestación federal, militantes de diversas organizaciones que se movilizaron desde todo el país para participar de la marcha a Lago Escondido. Aplausos, gritos, cánticos, abrazos, lágrimas y banderas agitaron la madrugada rutera.
Se cerraba así la Séptima Marcha que, bajo el eslogan Las islas Malvinas son argentinas y Lago Escondido también, permitió visibilizar la problemática de la soberanía sobre el lago a nivel nacional; demostró que Lewis no quiere a nadie en el lago y pone los obstáculos necesarios para impedirlo, incluido la violencia verbal, psicológica y física, demostrando que usurpó territorio nacional; y además confirmó que la organización y el temple de un grupo de ciudadanos de a pie, de manera pacífica, puede enfrentar la violencia de matones y lograr objetivos que parecen imposibles de alcanzar. El administrador de Lewis en Lago escondido es Nicolás van Ditmar, un argentino que preside la empresa Hidden Lake, y se lo vio el año pasado comandando a los grupos que asediaban a los montañistas; esta vez surgió con fuerza un antiguo vecino de la comarca, petiso, retacón y prepotente, que sostiene que desde hace 150 años su familia está en la zona, y actúa como un férreo defensor del inglés: Pablo Puchy.
Frente al portón de hierro
Alto, rubio, fornido, con una barba larga acumulada durante meses, y la mochila pegada a su espalda. Le dicen Vikingo, y encabeza la columna Juana Azurduy de más de 60 montañistas, entre ellos 16 mujeres, que el sábado 28 de enero pasado dieron inicio a la Séptima Marcha a Lago Escondido. El primer día del año hablé con él, que en su documento figura como Alejandro Meyer, y me contó de las dificultades de caminar por la montaña, con 20 kilos sobre las espaldas, en lugares donde a veces ni siquiera hay sendero. Me advirtió que en mi mochila no irían solo pertenencias personales sino elementos que el grupo necesita durante la caminata a lo largo de los días, a lo que debía sumarle los kayaks y los remos para cruzar los espejos de agua. Frío por la noche, calor durante el día, y las molestias que podrían acarrear los empleados de Lewis, buscando que el contingente no llegue al Escondido. Entendí que mi cuerpo no estaba preparado, por eso decidí sumarme a los que entraran por el camino de Tacuifí. Entre los montañistas, que representaban 21 agrupaciones, de 11 provincias, estaba el médico Jorge Rachid, el economista José Sbatella, el cura Francisco Paco Olveira, quien llevó los elementos para celebrar la misa diaria en el bosque.
Llegué al domingo a un camping cercano a Los Repollos, en el sur andino de Río Negro, junto a manifestantes que arribaron desde distintos puntos del país para iniciar, al día siguiente, el intento de entrada por el camino de Tacuifí. El nombre del camino es una especie de saludo en mapundungun, el idioma de los mapuches, y su significado sería “tanto tiempo”, que la lucha por circular otra vez sobre él se resignifica a la hora de poner los pies sobre su senda, que ocurrió hace “tanto tiempo”. La respuesta a la convocatoria fue muy federal, con representaciones de Misiones, Tierra del Fuego, Salta, Corrientes, Santa Cruz, San Juan, CABA, La Pampa, Córdoba, La Rioja, San Luis, Gran Buenos Aires, entre otros lugares. Las mujeres ocuparon un lugar destacado, tanto en la organización, como a la hora de estar al frente de las columnas. A su vez fue un encuentro intergeneracional, con muchos jóvenes, adultos y antiguos militantes setentistas. Y las agrupaciones sociales, culturales y políticas de espíritu sanmartiniano fueron numerosas pues a la convocatoria de Fipca (Fundación Interactiva para la Cultura del Agua) respondieron Fetia, CTA Autónoma, La Cámpora de San Fernando y San Isidro, el Movimiento Los Pibes, el Movimiento La Dignidad, delegados del Suteba, Movimiento de Curas de la Opción por los Pobres, el Movimiento Socialista de los Trabajadores, Causa Nacional, el Grupo por la Soberanía con combatientes de Malvinas, el Frente Grande, el Peronismo de la Soberanía, CGT Regional Zona Norte, la Coordinadora por la defensa del río Paraná, Asociación de Sobrevivientes de Campo de Mayo, entre otras), muchas de origen peronista, pero con presencia de grupos de izquierda como el MST, que movilizó un micro completo y tuvo un protagonismo destacado.
La primera reunión en conjunto fue el lunes 30, por la mañana, donde los diversos grupos se conocieron, desplegaron sus banderas, compartieron cantos y hacia el mediodía participaron de la primera asamblea. Esa mañana pasó sobre el camping una avioneta amarilla varias veces, algunos decían que era del aeródromo de El Bolsón, que cambiaba de autoridades, otros que colaboraba con el apagado de los incendios, y otros no descartaban que fuera una nave que respondía a Lewis y buscaba amedrentar a la asamblea, cosa que no logró.
Julio César Urien fue el primero en tomar la palabra, como responsable de la columna Tacuifí y por ser el organizador de todas las marchas en defensa de la Soberanía. Explicó la agenda del día y anticipó que la agenda semanal se construirá hora a hora, día a día, y que cada integrante del contingente tendría tareas específicas en cada jornada. Luego le dio la palabra a Sandra Contreras, dirigente de ATE El Bolsón, quien contó que el tema de Lago Escondido dividió la comunidad, que durante el año se sienten solos en la lucha por la soberanía, que la presencia de militantes de todo el país es un alivio y una fuerza para seguir reclamando por lo que es justo, por lo que es argentino, desenmascarando el enclave extranjero en el norte de la Patagonia. Por la tarde se realizó la caravana rumbo la intersección de la ruta 40 con el camino de Tacuifí, en la zona de El Foyel. El paraje es un homenaje al cacique Foyel quien, junto a Inacayal y Sayhueque, fueron los últimos jefes que resistieron la embestida del Ejército Argentino durante la mal llamada Conquista del Desierto. Foyel extendía sus dominios al sur del Lago Nahuel Huapi, se negaba a entregar sus tierras a los que consideraba extranjeros, y hay una leyenda que antes de morir enterró y escondió sus tesoros en el cerro Fortaleza, entre El Bolsón y El Foyel. Hoy, 140 años más tarde, ese tesoro se sintetiza en el Lago Escondido, que numerosos manifestantes llegan para liberarlo y defender su soberanía.
Llegamos a la entrada de Tacuifí y se confirmó que la antigua tranquera fue reemplazada por un portón con caños metálicos de dos metros de altura. Del lado interior se desplegaba una gran bandera argentina sobre la calle, con personas vestidas como paisanos distribuidos alrededor (luego sabríamos que algunos de esos “paisanos” eran policías disfrazados, incluso una mujer que pertenece a la fuerza). Era evidente que estaban esperando, que no había intención de dialogar, y estaban dispuesto a la violencia para defender el dogma más sagrado del capitalismo: la propiedad privada. Detrás un grupo de jinetes buscaba asegurar que nadie circulara por el camino, mientras que de fondo, por los altoparlantes ubicados a los costados, se escuchaba a todo volumen música folklórica con cantantes como Horacio Guaraní, el Chaqueño Palavecino o Hernán Figueroa Reyes. Una veintena de policías, con uniforme, sin armas reglamentarias, se ubicaban al costado de las rejas, como para garantizar la seguridad, aunque el paso de los días confirmarían que estaban para cuidar que nadie pisara el camino de Tacuifí. En el costado derecho del portón, del lado de adentro, un cartel de fondo marrón y letras blancas dice: Camino Rural Privado – Circule con autorización de los vecinos, quienes lo construimos y lo mantenemos – Gracias por su colaboración – Comisión de Fomento de El Manso. No se diferencia a muchos de los carteles que existen en la entrada de los countries, y si se tiene en cuenta que son escasos los vecinos que están a la vera del paso de Tacuifí, el lugar se convirtió en un virtual barrio privado, con un lago natural en su interior.
Urien encabezó la movida, se dirigió al portón, pidió hablar con el encargado y apareció Pablo Puchy, uno de los diez propietarios que tiene su campo en torno al camino de Tacuifi. La charla fue amable, sin violencia, Urien dijo que querían pasar, que había un fallo de la justicia a favor. Puchy dijo desconocer ese fallo, que todo era falso, y que no iba a permitir que nadie pasara por un camino privado. Terminado el dialogo Urien se dirigió al que encabezó el operativo policial, el oficial Elio Daniel Tapia, quien miraba detrás de sus gruesos anteojos como quien se acaba de enterar que ese camino es público. El oficial se excusó de obligar a abrir el portón, que su misión solo era mantener la seguridad de los presentes y no más.
A partir de ahí hubo distintos avances de los manifestantes sobre el portón, para agitar banderas, gritar e incluso golpear con piedras del camino el hierro, provocando un sonido sincopado que se entremezclaba con las chacareras que salían de los parlantes. Uno de esos avances lo encabezaron un numeroso grupo de mujeres, pertenecientes a la diversas organizaciones presentes en la movida. La tarde llegó a su fin con algunos manifestantes bailando zambas y chacareras bajo el flamear de la bandera argentina y con el sonido de fondo que brindaban los defensores de la propiedad privada de Lewis. Cuando los paisanos se dieron cuenta de la bailanta apagaron la música, pero los bailarines ya se habían sacado las ganas de cerrar la jornada con una sonrisa a flor de labios, a pesar de no poder ingresar. El regreso al camping base terminó con una asamblea donde se analizó lo actuado, y se anunció que al día siguiente se marcharía hacia el juzgado de Bariloche.
El derecho de circular por Tacuifí
El verano de 2023 tiene días muy calurosos en la Patagonia, con jornadas que llega a 30° C, y una amplitud térmica amplia por la noche, con 15° menos. La madrugada del 31 de enero fue particularmente fría para dormir en carpa, no hubo vientos ni lluvias, solo descendió de manera drástica la temperatura. Los campamentos que querían llegar a Lago Escondido se levantaron temprano pues a las 7 de la mañana salieron rumbo a la ciudad de San Carlos de Bariloche para acompañar a Urien y a los abogados a presentar un recurso de amparo que les permitiera entrar por el camino de Tacuifí. Organizaciones sociales y políticas locales se sumaron a la movilización, por lo que la concentración en el Centro Cívico, junto al inamovible monumento ecuestre a Julio A. Roca, fue importante por la mañana, hasta que los abogados se dirigieron al juzgado, a solo trescientos metros del lugar.
Los reclamos judiciales para que se abra el paso a Lago Escondido tiene varios años, diversas causas, y la mayoría de ellas con fallos desfavorables para el inglés. Aquí está la clave por la que se sostiene que Lewis maneja un estado paralelo, porque no respeta los fallos judiciales, y tiene el apoyo político para evadir la decisión de los jueces. En el caso de las marchas, en cada una de ellas hubo que recurrir a los juzgados provinciales para que se abra el camino de Tacuifí, con jueces que encontraban el hueco legal como para no comprometerse y a la vez evitar fallar a favor de Lewis. La única jueza que dictó un fallo que obligaba abrir el camino de Tacuifí y que permitió que durante una marcha anterior los manifestantes entraran y recorrieran parte de los 20 kilómetros que separa la ruta 40 del Escondido fue separada de su cargo tiempo después, con la gente de Lewis señalando que era una traidora. En aquella oportunidad el fallo se dictó pasado el mediodía, y hasta llegar a la tranquera se tardó un par de horas más, pero los manifestantes pudieron ingresar y caminar más de 10 kilómetros, hasta el arroyo El Foyel, donde el puente que permitía cruzarlo desapareció. Algunos dicen que el antiguo puente se lo llevó una gran correntada, y otros dicen que fue el mismo Lewis el que ordenó la voladura del paso, para impedir que fuera un camino público.
La historia judicial del caso Lago Escondido tiene varias aristas, desde la compra irregular de las tierras, pasando por la constitución de una sociedad fantasma para que el inglés se apropie de territorio fronterizo, llegando al caso del acceso público al espejo de agua. Sobre la última cuestión en tramiterío judicial es un entramado kafkiano sin sentido, pues en 2009 el Tribunal Superior de Río Negro ya dictó la orden de abrir el camino al público. Pero los abogados de Lewis supieron dilatar la medida con apelaciones, objeciones, recusaciones hasta lograr que la resolución no se llevara adelante y que cada vez que se quiere llegar al Escondido haya que elevar un recurso de amparo. La última novedad judicial se conoció cinco meses antes de la Marcha por la Soberanía, cuando a mediados de septiembre de 2022 la Cámara de Apelaciones de Bariloche ratificó una sentencia de 2013 que garantiza los accesos a Lago Escondido y dio un plazo de tres meses para ejecutar las obras que garanticen el paso. La medida demostraba que Lewis no llega a controlar todo el Poder Judicial de Río Negro, pero a la vez desenmascaró la alianza con los políticos locales pues el que salió a defender al inglés fue la mismísima gobernadora: Arabela Carreras. La Gobernadora, que ocupó en algún momento el ministerio provincial de Turismo, dice que la provincia tiene prioridades antes que construir un camino para llegar al Escondido, que según ella costaría millones que el estado local no tiene en estos momentos.
A todo ello se suma otra causa judicial, la que se origina en las grabaciones de audios de wsp donde jueces, fiscales, ministros de CABA, espías y corporativos del medio de comunicación más influyente del país se reunieron en la mansión de Lewis en Lago Escondido. Aunque no queda en claro qué hicieron estos funcionarios vinculados a la oposición del gobierno nacional, se supo que el encuentro se realizó días antes del fallo judicial contra la vice presidenta Cristina Fernández de Kirchner, lo que deja entrever que allí se escribió la sentencia. Las reuniones secretas ponen al descubierto que Lago Escondido no es un problema de un vecino extranjero que no quiere que le pisen el pasto, sino que se trata de la construcción en ese espacio de una sede del poder real que opera a espaldas de la República en contra de la Nación. Lewis es amigo del ex presidente Mauricio Macri, a quien recibió y hospedó en su mansión mientras aquel estaba a cargo del Ejecutivo Nacional. Por su parte el anterior gobernador de Río Negro y actual senador nacional Alberto Weretilnek, mantiene aceitados contactos con el inglés y visita su alojamiento de Lago Escondido cuando Lewis lo invita.
El juez Mariano Castro expone, en su despacho del 5° piso de los tribunales de Bariloche, una foto de su visita a Cuba.
-Tiene una foto con el Che -, le dijo Gustavo Piric, un combatiente de Malvinas que acompañó a Urien y al abogado Raúl Eugenio Prytula. El veterano de la guerra contra Inglaterra no dejó de apelar a la defensa del suelo argentino y a la sangre derramada en esa defensa.
-No tengo una foto con el Che, es una foto de cuando estuve en La Habana -, sonrió el magistrado en un momento de distención, y recordó que en ese juzgado los alegatos los hace él. Los manifestantes se habían ubicado en las dos entradas de los tribunales, como para impedir que el funcionario evadiera la responsabilidad de recibir y resolver el recurso de amparo que presentaron en el marco de la Séptima Marcha por la Soberanía. En el 5° piso también había manifestantes y, en el despacho del juez, Urien le explicó la agresividad que se vivió el día anterior por parte de un grupo que impedía el acceso por la calle que lleva a Lago Escondido. A la hora de emitir una resolución el juez Castro se expidió por garantizar la seguridad de los manifestantes que quieren entrar por el camino de Tacuifí, notificando a la Provincia la necesidad de proveer de los elementos para garantizar ese derecho. Fue un paso importante, el magistrado no se declaró incompetente por ser un juez de feria, aunque al día siguiente terminaba su autoridad y volvía al juez ordinario, que debería revisar la resolución. Mientras tanto lo escrito por Castro estaba en vigencia hasta el día siguiente, por lo que la jornada se vivió como un triunfo. En realidad un triple triunfo: por un lado la firma del juez, por otro lado porque la columna Juana Azurduy llegó a la cabecera oeste del Lago, y por último porque se confirmó que una tercera columna, al este de la provincia, llevaba adelante sus objetivos.
La columna inesperada
Muy cerca del pueblo Playas Doradas, sobre la costa del Atlántico, una caravana de autos intenta llegar a un aeropuerto oculto de 2.000 metros de largo por 30 de ancho, del tamaño del aeroparque Jorge Newbery de Buenos Aires, lo que permite el desplazamiento de aviones de gran porte. El lugar, que no tiene torre de control, ni aduana ni autoridades estatales que controles su accionar, tiene un hangar de 40 x 40 y está vinculado a Joe Lewis a través del gerente de algunas de sus empresas, entre ellas Bahía Dorada y Hidden Lake (Lago Escondido en inglés): Nicolás Van Ditmar. Playas Doradas es un pueblo de no más de 200 habitantes, se dedica al turismo, con una playas con arenas muy finas y brillantes que le dieron nombre a la localidad y no goza con la posibilidad de usar la pista de aviación. En los mapas de Google aparece cerca del pueblo una pista privada bajo la denominación de Aeropuerto Lewis (sic) a 42 kilómetros de Sierra Grande, y en otros sitios como Aeródromo Bahía Dorada. La caravana de autos, que lleva banderas argentinas y de diversas organizaciones sociales, es la tercera columna de la Séptima Marcha por la Soberanía, y tiene como objetivo visibilizar el enclave del inglés sobre el Atlántico, a 800 kilómetros en línea recta de Lago Escondido. El aeropuerto tiene la autorización de la Fuerza Aérea Argentina para funcionar desde la gestión del presidente Mauricio Macri, pero no existen registros públicos sobre los vuelos que allí salen y llegan, ni las personas que entran o salen del país, y qué elementos se entra o saca del territorio. Desde hace tiempo hay versiones que indican que desde el aeropuerto, que tiene casi 15 años de existencia, se detectaron vuelos que vienen desde la zona del Escondido, hacen escala allí, y siguen rumbo a las islas Malvinas, a 1000 kilómetros rumbo sudeste. Muchos de los datos que se manejan en torno a Lewis, una de las 300 personas más ricas del planeta, deja entrever que no se trata de un millonario excéntrico que se apropió de un espejo de agua sino de una movida geopolítica que involucra potencias europeas que están dentro de la OTAN. Las últimas novedades en torno a la pista privada y la extranjerización de tierras de la patagónica señalan la entrada en juego de capitales de Qatar y el mundo árabe.
La columna, integrada por militantes de Fetia, CTA de los Trabajadores, Fipca y vecinos de Río Negro, sorprendió a los hombres de Lewis, a pesar que se sabía que desde la Patagonia se movilizaría a otros enclaves que violan la soberanía argentina. Los manifestantes llegaron a la tranquera del aeropuerto que construyó el inglés, cerca de Playas Doradas, con la intención de llegar a la pista y entregar un petitorio. El acceso tenía dos candados, y no se ve la pista desde allí, solo estepa patagónica, con arbustos, un camino de tierra que se pierde en el horizonte y al costado de la tranquera un cartel señala: Estancias Cerro Bellido y Aguada Chica – Propiedad privada – No ingresar. Los manifestantes hicieron el acto en la entrada, donde cantaron el himno y desplegaron banderas argentinas. Como si saliera de la nada, apareció una camioneta, cuyos ocupantes se identificaron como de seguridad del campo, dijeron que se trataba de un camino privado, que por lo tanto no podrían ingresar, mientras los filmaban con celulares. Cuando los guardianes se dieron cuenta que ellos también eran filmados por un dron que manejaba la columna, amenazaron con derribarlo si no se lo bajaba de inmediato. De todas maneras la columna realizó las acciones pautadas y, mientras algunos desplegaban la bandera de la Argentina sobre el alambrado, otros armaban carpas frente a la entrada para instalar un acampe y otro plantó un árbol de ceibo, flor nacional, como símbolo de raíz, identidad y defensa de la soberanía argentina.
Ya entrada la noche las carpas fueron iluminadas por varias camionetas, cargadas de gente que, de manera intimidante, los obligó a retirarse del lugar. Los manifestantes recurrieron a la policía, para que los amparase en su manifestación, pero el comisario de Sierra Grande los intimó a abandonar el lugar, demostrando una vez más que las fuerzas de seguridad del Estado provincial le responden a Lewis de manera ciega.
Club Atlético Defensores de Inglaterra (CADI)
Una lluvia de piedras voló hacia la ruta 40 desde el portón de entrada del camino de Tacuifí. El sol ya estaba alto en la mañana del miércoles 1° de febrero cuando una de las piedras impactó con tanta potencia en el casco de albañil que llevaba el joven Gonzalo Villagra, que lo rompió y le abrió la frente, con una salida de sangre que asustó a sus compañeros. Los hombres vestidos de paisanos que defendían la entrada que lleva a la mansión de Lewis y al Escondido estaban enardecidos, con ganas de pelear y lastimar, a tal punto que al final del día hubo 10 manifestantes con heridas de diversa gravedad.
La resolución que el juez Castro firmó el martes, solicitando la seguridad de los manifestantes en su permanencia en El Foyel, generó expectativas. Algunos dejaron entrever que los guardianes del camino, al leer la resolución, abrirían el portón y a partir de allí habría que caminar los 20 kilómetros que separan la ruta 40 del Lago, por eso muchos iban con sus mochillas en la espalda, con abrigo, bolsa de dormir, algo de alimento y agua. Pero esas expectativas se chocaron con la respuesta negativa de los que custodiaban la entrada y la indiferencia de la policía, que no se sabía muy bien a quien le garantizarían su seguridad, si a los manifestantes o a los guardianes de Tacuifí. Aunque se apuntaba a entrar, también se buscaba concentrar la máxima actividad en el portón, como para distraer a los hombres de Lewis y que los montañistas, que habían llegado la noche anterior al lago, pudieran navegar los 10 kilómetros hasta la costa este, al final del camino de Tacuifí, donde Lewis construyó su mansión.
Urien habló con Pablo Puchy, quien estuvo acompañado con personas vestidas de paisanos y un joven de barba y remera azul que se presentó como abogado de los vecinos. No mencionó quienes eran esos vecinos, pero se sabe que una docena de habitantes de la zona, como los Puchy, Víctor Avilés, Oyarzo, Anticura, Fernández, entre otros, se resisten a que extraños usen el camino. No son todos, el mismo Puchy reconoce que el 90% está de acuerdo, con lo que habría algunos vecinos a quienes no les molestaría el uso del camino público. No todos los vecinos tienen títulos de propiedad, pero hace décadas viven en la zona, son reconocidos como legítimos ocupantes y ya tuvieron reuniones con autoridades provinciales para regularizar su situación.
El paisaje no era distinto al del lunes, con el portón de hierro cerrado con dos candados, música folklórica estridente, personas vestidas de paisanos (a pie y a caballo), una gran bandera argentina extendida sobre el camino, con la novedad que se le agregó alambres de púa al portón en distintos sectores. Los manifestantes, ante el peligro de pedradas, llevaron cascos de albañil para evitar daños, o por lo menos atenuar los impactos. En el contingente de las organizaciones sociales se sumaron el escritor Mempo Giardinelli, el ex ministro de salud bonaerense Daniel Gollán, el ex director de Puertos Horacio Tettamantti.
El primer avance de los manifestantes hacia el portón los mostró mejor organizados que el lunes, con un grupo de avanzada con la bandera argentina, un grupo de seguridad en los flancos, con los encargados de difusión cubriendo el hecho, y un grupo de retaguardia que esperaba, alentando, del otro lado de la ruta. Se llegó al portón, se golpearon los tubos de hierro con piedras del camino para generar ruido y se retrocedió unos metros sin que la policía ni los defensores del camino actuaran. Durante la segunda avanzada hubo manifestantes que trataron de sacar los alambres de púa del portón con las cañas que sostenían sus banderas o algunos palos, lo que provocó la reacción de los hombres de Lewis, que empezaron a apedrear a los manifestantes, con impacto de diversa gravedad en varios, y con heridas sangrantes en dos manifestantes. Cuando se detuvo la refriega, Urien se acercó al portón para reinicar el diálogo, los periodistas sacaban fotos, otros filmaban y al periodista Mario Sagras, de Radio Gráfica, le sacaron el celular. Volvieron a hablar con Puchy, quien manifestó que sienten que le faltan el respeto cuando le dicen cipayo, y a su vez le respondieron que la falta de respeto es robar un celular y encubrir al autor del hecho. El diálogo terminó allí, pero Sagras exigió su celular, y el hombre vestido de paisano se lo entregó al abogado para que lo devuelva.
Desde la retaguardia se le hicieron las primeras curaciones a los heridos, se esperó la ambulancia local que llegó con dos paramédicos, a quienes no lo dejaron actuar ya que en la posta sanitaria había varios médicos, entre ellos el ex ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires. A uno de los heridos se lo trasladó a una salita cercana a realizarse curaciones y darse un par de puntos en la cabeza abierta. Como parte de las maniobras de distracción, antes del mediodía, un grupo pequeño de manifestantes ingresó mil metros por el camino privado de Lewis, donde las cámaras instaladas en los árboles los filmaron. Apareció una camioneta con gente que se identificó como vecinos de Bariloche que se interesaba por la cuestión y pidieron panfletos para repartir con sus amigos. Luego los manifestantes vieron a esos supuestos “turistas” del lado de adentro del portón.
Durante la tercera embestida contra el portón, reclamando su apertura, hubo varios que continuaron desalambrando, llevándose el alambre de púas como souvenir y recuerdo. Entre los manifestantes hubo uno que sacó una moladora portátil y pretendió cortar una de las rejas, cosa imposible pero que sirvió de mayor alboroto y distracción. Nuevas pedradas, revuelo, jinetes en el portón, la furia por parte de “gauchos de Lewis”. La siguiente intentona en el portón, en medio de la manifestación, varios hombres se acercaron al portón desde adentro y en medio de la confusión uno de ellos lanzó gas pimienta contra algunos manifestantes. La violencia siempre la ejerció la guardia que defiende al inglés.
Una nueva maniobra fue ingresar por una ruta de ripio, la huella andina, alternativa a Tacuifi, en una camioneta, con ocho manifestantes dentro, tres de ellas mujeres. Llegó hasta donde le permitió el recorrido, los ocho bajaron y caminaron hasta encontrar el camino de Tacuifí, que los sacaría a la ruta 40. A 300 metros del objetivo, aparecieron los hombres de Lewis, algunos a pie, con palos en las manos, otros a caballo con rebenques prestos a golpear, los encabezaba Pablo Puchy quien a los gritos exigió que se retiraran de allí por donde vinieron por las buenas, impidiendo que salieran por la entrada de Tacuifí. Al trato prepotente de Poly le siguió la embestida con caballos, con los ocho corriendo y perseguidos por el acceso, recibiendo palazos y rebencazos, con heridas cortantes en la cabeza, como en el caso de Celeste Fierro. Los que se cayeron al huir, como Joel Sverdlik o Gabriel Berrozpe recibieron la peor parte. El primero recibió patadas en el piso, con fisuras en las costillas, mientras que el segundo, que se desplomó al recibir un rebencazo en su nariz, la paliza fue mayor pues además de pasarlo por encima con los caballos, lo patearon y pudo atajar una roca con su pierna cuando le quisieron destrozar la cabeza, con la consiguiente fractura de tibia y peroné. La fotógrafa de Telam Alejandra Bartoliche, que formaba parte del contingente, también recibió golpes de todo tipo, además de sufrir el riesgo de perder su cámara, herramienta de trabajo que defendió con su cuerpo y pudo retener. El parlamentario del Mercosur Gastón Harispe, quien quiso entablar un dialogo con Puchy de manera infructuosa, recibió una paliza importante. El grupo se relegó a quinientos metros de donde los atacaron, a la vez que pedían una ambulancia para sacar a los heridos más graves. El jefe policial del operativo decidió entrar a pie (sic) diez minutos más tarde, con cinco mujeres policías y sin armas. Una camioneta, que manejaba uno de los agresores, llevó a la policía al lugar donde estaban los heridos, donde hubo otros golpes, con menos intensidad que la primera vez.
Los agresores no dejaron salir caminando por el portón a los heridos, los querían llevar ellos mismos pero no aceptaron porque no había condiciones de seguridad. El oficial a cargo decidió llamar una ambulancia, y de esta manera los sacaron a los ocho en dos viajes rumbo a la salita del Foyel, ubicada a quinientos metros del portón en conflicto. El resultado final fue la quebradura de tabique y de pierna para Gabriel Berrozpe; un impacto muy fuerte en la pierna derecha de Joel Sverdlik; la cortadura del cuero cabelludo de Celeste Fierro; y para el resto contusiones de diverso tenor que no ameritaron estar demasiado tiempo en el centro de salud. La fotógrafa de Telam realizó una cobertura fotográfica del recorrido, fue muy golpeada por un jinete que a toda costa le quería sacar la cámara, pero fue la primera en abandonar la sala de primeros auxilios para enviar a su agencia el material exclusivo y poner sobre aviso el grado de violencia que estaban manejando los defensores de Lewis.
A esta altura los organizadores de la marcha presentaron un recurso de habeas corpus en el juzgado del doctor Marcelo Muscillo de El Bolsón, por la retención indebida de los caminante de Tacuifí. El juez y un fiscal de la misma localidad se acercaron a investigar sobre los retenidos, su estado de salud y sobre los que los retuvieron, lo que implica la continuidad de una causa juidicial por las heridas recibidas.
Señores de los lagos
El jueves por la mañana los heridos se presentaron a la justicia a hacer la denuncia penal formal por lesiones. En el caso de Gabriel Berrozpe, internado durante la noche en El Bolsón y luego trasladado a Bariloche, la denuncia fue por intento de homicidio dado la gravedad de su estado físico después de las agresiones. Ese mismo día algunos medios de alcance nacional entrevistaron a Pablo Puchy, el hombre que llevaba la voz cantante de los agresores, quien se presentó en televisión como tercera generación de propietarios de tierras en torno a Lago Escondido. “Querían entrar por un camino privado de uso vecinal, no es un camino público. Nosotros no queremos que se haga público porque tenemos nuestros animales y vivimos de eso, y no es justo que esta gente se meta por ahí. No soy empleado de Lewis, vivo de mi trabajo, ordeño y vendo queso, vivo de eso, tengo un camioncito y hago flete a veces, llevando leña. Arreglo mi parcela para mis hijos y mis nietos, defiendo mi propiedad y doy la cara. Soy nacido y criado acá, estas tierras fue de mi abuelo, después pasó a mi padre, ahora la tengo yo, es decir que hace más de 150 vive la familia Puchy en la zona de El Foyel”, dijo enfático en el canal del diario La Nación. El mismo Puchy dice que el camino ya no se llama Tacuifí, sino que se llama Domingo Puchy, el nombre de su padre fallecido. Revisando bibliografía local encontramos los libros de Ernesto Maggiori, quien desde la década de 1970 se dedica a investigar y escribir sobre la historia de la comarca andina, y señala que las tierras al sur del Nahuel Huapi era territorio del cacique Foyel, y que después de la campaña de Julio Roca de 1879 decidieron donarle esas tierras al perito Francisco Pascasio Moreno. El perito donó varias leguas para la creación del primer parque nacional, en torno al lago Nahuel Huapi, y el resto se lo vendió a la familia Martínez de Hoz. Hacia 1912 hubo un loteo de tierras siendo uno de los primeros adquirentes la familia Montero, de origen chileno, quien llega a escriturar la tierra bajo el primer gobierno peronista y hacia 1996 le vende sus tierras a Joe Lewis.
El miércoles de los 10 heridos, los 60 montañistas navegaron en kayak por el lago luego de acampar en Las Horquetas, Lagunitas y Soberanía. El lago Escondido era su cuarto acampe, y ese día tratarían de acampar junto al camino de Tacuifí, al pie de la mansión de que Lewis construyó junto alLago. El grupo de los 60 no fue siempre continuo, de hecho en algún momento se superó esa cifra y en otro momento esa cantidad se redujo a 58. En el primer tramo de Wharton a Las Horquetas estuvieron dos vecinos de El Bolsón, entre ellos la dirigente de ATE Andina, Sandra Contreras. Además del apoyo a la marcha, Contreras quería verificar que el camino no es tal sino un sendero de montaña con dificultad si no se está preparado para circular por allí. Además quería confirmar que los marchantes respetaban las reglas ambientales que exigía circular por los senderos de lo que se conoce como Área Natural Protegida Río Azul – Lago Escondido (Anprale). El Anprale, ubicado entre los Parques Nacionales Nahuel Huapi y Lago Puelo, fue creado por la provincia de Río Negro en 1994 y abarca cerca de 60.000 hectáreas en las zonas de El Manso, El Bolsón y Lago Puelo. El paisaje se caracteriza por ser cordillerano andino, boscoso y con el río y el lago que le dan nombre como espacios de aguas centrales en el ecosistema que no solo busca proteger la biodiversidad, con una fauna única en el país, sino que se reserva ese espacio para el huemul, un siervo patagónico en peligro de extinción. “Había una estigmatización para con los marchantes porque venían en cantidad, desde áreas urbanas, y se los acusaba que venían a dañar el medio ambiente. Y yo confirmé en el lugar que no solo respetaban las indicaciones del cuidado de la zona de protección ambiental, sino que la relación con la naturaleza iba más allá de lo pautado”, dijo Contreras.
El contingente llegó a orillas del lago la noche del martes, luego de circular por senderos, de ver bandurrias, carpinteros y águilas, de caminar cuesta arriba por picadas, cruzar arroyos observados por cohiues, lengas y milenarios alerces, saltar alambrados y tranqueras, cargar 20 kilos sobre sus espaldas, sufrir el calor del día y el frío de la noche, preparar la comida, tratar de comunicarse desde lugares donde no hay señal de celulares y hacer guardias, porque las guardias fueron esenciales. La patota de Lewis los asedió y atacó apenas los divisaron por el sendero andino, con la intención de que no lograran su objetivo, pero llegaron al lago y luego de hacer noche aprestaron los kayaks para navegar los 10 kilómetros que los separaban de la costa opuesta. Mientras en el camino del Tacuifí los hombres de Lewis apedreaban a los manifestantes, otros grupo de tareas interceptó con una lancha a la flota de kayaks en medio del lago. La lancha que navegó alrededor de ellos generaba oleadas peligrosas, capaz de dar vuelta alguna embarcación. Desde la nave avisaban con ironía sobre el peligro del viento, las oleadas y las aguas heladas. No era una simple amenaza, hay antecedentes en marchas anteriores de dar vuelta un kayak de esa manera y dejar a dos caminantes flotando en las aguas heladas del Escondido, sacándolos cuando ya estaban entrando en un proceso de hipotermia. Cuando se cansaron de jugar, obligaron a los kayakistas a regresar y retomar el camino por donde llegaron. Ante la situación intimidante que había desde la lancha, los navegantes regresaron para dormir donde acamparon la noche anterior, pero apenas oscureció volvieron a los kayaks para llegar al costado opuesto del espejo de agua, justo donde Lewis tiene su mansión y termina el camino de Tacuifí. No llegaron a desembarcar en la orilla, sino que bajaron en una isla pequeña, que no es propiedad privada pero donde fueron acosados y asediados por el grupo de tareas de Lewis. La isla no figura en los mapas, por lo que se decidió bautizarla con el nombre de Isla de los Patriotas. Todas las noches de caminata la mano de obra que responde a Lewis los acosó y aquel jueves no fue la excepción, no los dejaron acampar en la playa, los agredieron de manera verbal y psicológica, les ponían parlantes alrededor con música a gran volumen y les impidieron que tomaran la salida por Tacuifí, rumbo a la ruta 40. Cuando el jueves una lancha se acercó a la isla con un grupo de policías los montañistas entendieron que venían a negociar su salida, pero en realidad fueron a preguntar la razón por la que estaban allí. En el lugar no solo estaban los montañistas por la soberanía sino que había un grupo de defensores de los intereses del británico, molestando a los marchantes. El abogado de Fipca, Sergio Cuestas, que formaba parte del contingente, habló con el agente policial, le explicó que se trataba de un espacio público que no era propiedad privada y que en todo caso debería llamar la atención a los “paisanos” que los molestaron toda la noche. El policía dijo que lo enviaron para garantizar que no hubiera conflictos, y entonces Cuestas le preguntó quién le había dado la orden de investigarlos en un espacio público y el uniformado respondió varias veces, como algo natural, que la orden venía de El Lago. En el lugar todos conocen a la empresa Hidden Lake como El Lago, que es sinónimo de Lewis.
Un rato después los “paisanos” permitieron la liberación del doctor Jorge Rachid, quien iba entre los montañistas, que en ese momento decidió salir para hacer pública la situación de la columna y además para retirar a la concejala de Potreros de los Funes (San Luis) Guadalupe Rascaeta, quien no tenía fuerzas para continuar. Ambos salieron en una ambulancia, para alivio de todos, aunque Guadalupe se alejó angustiada pues su compañero quedó a orillas del lago. En realidad el resto del grupo, guiados por Alejandro Meyer, siguió retenido y, como medida de fuerza para ser liberados, el sacerdote Francisco Olveira y Gustavo Bellido, combatiente en Malvinas en la guerra de 1982, iniciaron una huelga de hambre, responsabilizando al estado provincial de lo que les pudiera suceder.
Para el contingente que quiso entrar por Tacuifí, las del jueves fue una noche angustiante por tener escasas noticias de los 60 caminantes, y saber que durante la tarde fueron agredidos por los hombres del “Lago”, los hombres de Lewis, que los asediaron y les tajearon las mochilas. La última comunicación con la columna advertía que estaban siendo atacados y agredidos, y que corrían peligro sus vidas. Rachid comentó que durante su recorrida por el sendero andino, por las noches ponían parlantes a todo volúmen para que no durmieran y a veces se escuchaba que encendían una motosierra, amagando que iban a atacarlos con la misma. Los principales responsables de Fipca buscaron contactarse con autoridades provinciales y nacionales para lograr el rescate de los marchantes, pero a veces parecía un teléfono descompuesto y otras veces ni atendían el teléfono.
El viernes Julio César Urien, presidente de Fipca (Fundación Interactiva Para la Cultura del Agua) y organizador de las marchas, negoció con los que comandaban a los gauchos de Lewis, con la policía de Río Negro y con la ministra de Seguridad provincial Betiana Minor, y un hombre de confianza del ministro del Interior Eduardo de Pedro, para que les garantizaran la seguridad del contingente y los dejaran salir. El acuerdo consistía en entrar tres combis y sacar a los montañistas, pero a último momento, desde el lado de Lewis, impidieron que se sumaran vehículos de apoyo con los responsables de la marcha. A las 21 debían estar en El Bolsón, pero con las negociaciones paradas todo volvió a fojas cero hasta que Urien accedió que solo fueran las combis, él se quedaría a esperar a los muchachos a la vera de la ruta, junto al resto de los manifestantes.
Agresiones en El Bolsón
La Comarca Andina tiene varias localidades, entre las que El Bolsón se destaca por ser un espacio donde los hippies llegaron en la década del 1960 y muchos se instalaron allí con su proyecto de vida comunitario y en contacto con la naturaleza. La Feria de Artesanos, que funciona los martes jueves y fines de semana, es una de las más lindas de la región y convoca todos los años a artesanos y a turistas. El visitante puede llevarse una imagen bucólica del pueblo, con la cresta del cerro Piltriquitrón protegiendo lo que hace décadas se conoció como Valle Nuevo, con el río Quem Quetreu a pocas cuadras del centro, y el río Azul detrás de uno de los cerros andinos, ambos buscando desagotar a pocos kilómetros al sur, en el lago Puelo, ya en la provincia de Chubut.
El viernes 4 de febrero los contingentes de manifestantes se concentraron frente a las oficinas del intendente de El Bolsón, Bruno Pogliano, que va por su segundo mandato, se presentará en 2023 por una nueva reelección y sueña con tener un cargo electivo en el Parlamento Nacional. Las versiones en el pueblo dicen que el titular del Ejecutivo local fue uno de los contadores de Lewis y que desde Lago Escondido se sostiene su poder, junto a algunos ediles que no cuestionan al inglés que se apropió del espejo de agua. Un dato curioso es que el mismo sábado que los montañistas entraban a los senderos andinos para llegar al Lago, la localidad de El Bolsón festejaba los 97 años de existencia y el Municipio premió a la empresa Lago Escondido “por destacada colaboración con la comunidad”. Como El Foyel y el lago está dentro del territorio que gobierna Pogiano, los manifestantes fueron a pedirle una audiencia para que garantizara por la seguridad de los marchantes de la montaña. Pasadas las 10 de la mañana le informaron a la delegación que el Jefe Comunal estaba de licencia y que no los podría recibir. Un rato después llegó el Secretario de Gobierno, quien recibió un petitorio que firmaron las organizaciones que llegaron hasta el lugar.
Cuando estaban por entregar el petitorio una de las manifestantes sintió un fuerte golpe en el hígado que la dejó sin aire, viendo cómo el agresor ingresaba al edificio municipal. Sus compañeros entendieron que reconoció a uno de los que arrojaban piedras en Tacuifí, y tardaron en darse cuenta de lo que estaba pasando. El grupo se concentró en la plaza, junto al boulevard, y se dedicaron el resto de la mañana a entregar material de difusión sobre la situación de las tierras y la pérdida del Lago en manos de un inglés. Otro manifestante, el bibliotecario Marcel Bertolossi, integrante de la organización HIJOS, cruzó la vereda a comprar una gaseosa, le pareció que lo estaban siguiendo y trató de sacarle una foto al sospechoso simulando que se sacaba una selfie. Mientras apuntaba su cámara recibió una trompada entre la oreja y la nuca que lo dejó mareado, y al querer increpar al agresor otras personas lo protegieron, aunque pudo sacarle la foto para presentarlo como prueba en la justicia. En el juzgado le informaron el nombre del agresor, conocido en el pueblo y también en los tribunales por las causas por agresiones a vecinos y comunidades mapuches.
Pasado el mediodía los manifestantes volvieron a sus respectivas bases, cabañas o campings a las afueras de El Bolsón. Mientras circulaba el rumor que ese mismo día se rescatarían a los 60 montañistas, pero sin una versión oficial. El sol brillaba aún cuando, a las 20.15, se convocó a una conferencia de prensa en la sede de ATE El Bolsón, y a la vez se subía un video de Julio César Urien dando por finalizada, de manera exitosa, la Séptima Marcha por la Soberanía. Pero la conferencia de prensa se retrasó porque desde las tierras que controla Lewis no se permitió que los micros que retiraran la salida de los montañistas estuvieran acompañados por vehículos de apoyo de la organización de la marcha. Urien, el máximo responsable de la actividad, se reunió con los manifestantes y puso al tanto de la situación y explicó que estaba negociando, consiguiendo las combis y actuando más allá de los abandonos de algunos funcionarios. Todo terminó a las 3.15 de la madrugada, en la ruta 40, con los manifestantes recibiendo a la columna Juana Azurduy y sus sesenta integrantes. Los abrazos y lágrimas, los cantitos y las palmas, las banderas y las sonrisas fueron el marco en el que el jefe de la columna, Alejandro Meyer dijera: “Nos quisieron amedrentar todas las noches, no hubo una noche peor que otra, nos asediaron durante toda la caminata pero no nos doblegaron. Ya estamos preparando la octava marcha hacia nuestro lago”.
Continuará …
El médico sanitarista Jorge Rachid sostiene que “Lewis no es Lewis, que la maniobra de controlar Lago Escondido se complemente con el aeropuerto de Playas Doradas y su vínculo con las islas Malvinas, donde está la base más importante de la OTAN en el hemisferio sur. Corremos el riesgo de secesión de la Patagonia, por eso es importante concientizar y actuar por la soberanía”. Pocas semanas antes de la marcha al Escondido las fuerzas armadas de Estados Unidos, principal aliada de la OTAN, señalaron que defenderían las riquezas que hay en el sur del continente, como si les perteneciera. Es imposible acceder a las islas Malvinas porque lo usurpó la corona británica, y lo mismo ocurre con Lago Escondido donde no se puede acceder porque se lo apoderó un súbdito de la misma corona. Tal vez pensar en una ruptura de la Patagonia del resto de la Argentina no sea un proyecto a corto plazo, pero el manejo de un estado paralelo, a través de la extranjerización de territorio y la compra de voluntades políticas, es una realidad que se percibe día a día en algunos pueblos del país, en particular en provincias del sur. No hace falta la escisión, la triangulación de los aeropuertos de Lewis en el continente con la base inglesa en Malvinas nos confirman que Lago Escondido es una cabecera de playa en la Patagonia del Imperio británico y de la OTAN. Julio César Urien no desconoce la situación y advierte que la resistencia del pueblo organizado, a la que se suman cada vez más jóvenes, no les está haciendo fácil el desembarco y que la defensa de la soberanía continuará.
0 comentarios:
Publicar un comentario