Máximo Luppino |
El Frente de Todos retorna al diálogo interno constructivo o le aguarda un rotundo fracaso electoral y con esto un regreso a los días más tristes de los trabajadores y de los humildes de la patria.
¡”La organización vence al tiempo”! Retornemos a la fuente de nuestro pensamiento doctrinario. Regresemos a vivir cotidianamente los principios justicialistas. Volvamos a Perón.
¡Todo problema encierra en sus propias entrañas su conveniente solución! Lo que se desea remediar será enmendado si los individuos en verdad desean hacerlo.
Los grandes referentes del Frente gobernante deben dar origen a una “mesa de acción estratégica” que delinea con armonía los pasos a seguir, donde lo que ya sucedió quede en el recuerdo y que el pasado sea un tema de anécdota aleccionadora; pero jamás motivo de desencuentro y menos aún de peleas internas.
Juan Domingo Perón siempre nos guió por el camino de la persuasión. Una mesa de encuentro de los referentes del Frente de Todos sería la pronta solución a las desavenencias internas. ¡Acuerdo y unidad genuina o el cruel precipicio de la derrota!
Los habitantes de nuestra Nación padecen de una inflación casi insoportable, igualmente colocan un gran esfuerzo para continuar adelante, mientras que la vanidad y el orgullo personal de nuestros más poderosos dirigentes juegan a la “ruleta rusa” con el destino de la Argentina.
Mesa interna de hermandad y estrategia donde el orgullo destructivo del compañerismo quede fuera del recinto de acuerdos. Una vez que los esfuerzos vayan en la misma dirección se podrá dominar la suba injustificable de alimentos. Entonces, la autoridad moral volverá a brillar en la mirada de nuestros dirigentes.
Si la alianza gobernante no está en armonía, ¿cómo se pretende entablar acuerdos con las fuerzas políticas opositoras si no se es capaz de galvanizar un orden interno de acción y objetivos?
No se trata de unidad para un eventual triunfo electoral, se trata de mantener vigente los derechos de los empleados y del ciudadano común. Se trata de mantener vivos los ideales de la argentinidad, nuestro sentido de independencia e identidad nacional. Se trata de Malvinas, de la Antártida, de nuestro mar territorial, de una educación solidaria con ideales argentos para nuestros niños y jóvenes.
El puntapié inicial lo deben dar nuestro presidente de la Nación y la vice-presidente. Alberto y Cristina juntos, con Sergio Massa y demás dirigentes del espacio gobernante, para sumar en su momento a los representantes de los trabajadores, de los industriales, del campo Argentino y cuantos más se consideren invitar. Nada es imposible cuando los individuos logran unificar voluntades y enfocar con energía y claridad el objetico que se determina alcanzar.
Se está agotando el tiempo de espera. Que nos guíe la epopeya de una Argentina poderosa y socialmente justa. Los humildes tienen esperanzas. Aun cuando no les alcanza para comer sus magros salarios, los laburantes igual creen en la causa del General. ¿Los funcionarios comprenden acabadamente el esfuerzo popular? ¿O sólo juegan el lúgubre y egoísta juego electoral?
Que la mesa de trabajo del Frente de Todos surja de una vez. Los pasillos están ensordecidos de este reclamo que los militantes piden. ¿Escucharán la voz del pueblo, o continuarán nuestros dirigentes concurriendo al altar de su propia vanidad aguardando que el tsunami del popular reclamo arroje su orgullo a la basura de los desechos irrecuperables? No nos sobra tiempo, aún tenemos el espacio del “alargue”, no mucho más que esos minutos donde la vida o la muerte danzan en torno de un destino peligroso para nuestro gran pueblo Argentino.
Máximo Luppino
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