Máximo Luppino |
¡Muy pobre “tractorazo”, aceptable manifestación del PRO!
Muchos vecinos de la Capital Federal corrieron hasta Plaza de Mayo expresando su sentir político y su rechazo profundo al peronismo. Sentimiento un tanto violento que un sector ha sabido cosechar por generaciones.
Claro que llegó un puñado de ruralistas canalizando sus protestas. Es verdad que Argentina tiene muchos impuestos y algunos de ellos asfixian el desarrollo de los emprendedores. Más aún, los gravámenes en nuestro país acosan mucho más a los trabajadores y a la golpeada clase media nacional que a los gigantes de la economía del país. El sistema impositivo es injusto y obsoleto, digno de ser reformulado profundamente.
Por ejemplo, los salarios jamás pueden ser interpretados como “ganancias”, ya que es la retribución lógica por un trabajo efectuado. Filosóficamente hablando, es una barbaridad conceptual. Un empleado u obrero se cuida de hacer horas extras o de luchar por un ascenso laboral ya que si sus haberes llegan al límite fijado de pago impositivo, el empleado en cuestión, trabaja más para ganar menos dinero. Atentando de esta manera con el espíritu de progreso y desarrollo que debemos estimular en la sociedad.
Mauricio Macri aseguró que apenas llegara al gobierno aboliría el impuesto de ganancias. No lo hizo, como tampoco se preocupó por el “hambre 0”. Todas falsas promesas y mentiras de un mitómano de la acción política.
Otra imposición arbitraria es el IVA ya que el sentido impositivo que debe regir es que el que más posee más puede tributar para mantener un equilibrio social de justicia. Así es que vemos el despropósito de que un changarín abona el mismo costo del IVA por un kilo de pan o un litro de leche que un acaudalado millonario. El IVA no debe regir para alimentos básicos indispensables, menos aún debe imperar en estos tiempos de inflación tan aguda.
Volviendo al reclamo rural, toda manifestación humana es bienvenida, ya que es un resorte democrático valido e imperioso para que los distintos sectores de nuestra comunidad nacional expresen sus necesidades. Lo que es preocupante es que en vez de hacer oír sus exigencias a los gobernantes, pierdan esa oportunidad insultando y agrediendo verbalmente a los funcionarios de turno y hasta menosprecien a sectores vivos de nuestra sociedad. Peor aún es que se pretenda el abandono del poder público delegado por el pueblo en elecciones libres. Sería más fácil enjaular el indómito viento patagónico a que el peronismo renuncie al popular mandato y a su misión de sembrar igualdad y justicia social. Mientras el mundo crea impuestos donde los que más poseen más tributen, aquí algunos terratenientes aspiran a “no pagar nada” y evadir egoístamente el dinero que se requiere sea reinvertido en nuestra querida patria. Egoísmo mayúsculo e inconcebible de una clase social que se quedó encerrada en la aporofobia.
El odio es el más oscuro de los sentimientos. Vive en las cavernas lúgubres y es destructivo del pensamiento creativo humano. Nada bueno emana del rencor y la violencia. El campo es un importantísimo sector de la vida nacional, no lo despreciamos. En verdad mucho se valora, sabiendo que son hacedores de bienestar para la Argentina. Pero un tractor por sí mismo no es sinónimo de laboriosidad. Hay oportunistas como los del 23 de abril que se convirtieron en elementos de propaganda política opositora al gobierno Nacional. No estaría mal si se llama a las cosas por su auténtico nombre. ¿Fue un reclamo sectorial independiente y legítimo o se utilizó la marcha para esconder un manifiesto desestabilizador de un fragmento opositor?
Figuras del presidente de la Nación, la vicepresidente, el gobernador de Buenos Aires y otros dirigentes del Frente de Todos estaban exhibidas a propósito para que un grupo de “monaguillos” del rencor los insulten sistemáticamente, creando una atmósfera de falta de respeto institucional que no ayuda a mantener diálogos constructivos y mucho menos muestra una necesaria ética democrática.
Por esto decimos que son loables las manifestaciones de todos los sectores, pero no es bueno el ninguneo y el desprecio por el semejante. De la violencia sólo sale más violencia. La agresión no es solución de ningún problema, sólo entontece las situaciones.
De todas maneras, apreciamos con mucho agrado que una legión de tractores se mantuvo en sus campos, cosechando arduamente como siempre lo hacen. Es tiempo de cosecha y los granos buscan su destino de sofocar el hambre del pueblo. Tractores, cosechadoras, chimangos y camiones forjan la grandeza de nuestra querida Argentina.
La industria lo hace desde sus máquinas. Campo e industria, dos caras de la misma moneda de grandeza que la República añora imperiosamente.
Máximo Luppino
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