Soledad Acuña, sepa usted que en las aulas argentinas hay amor y solidaridad en suma abundancia en vez del fracaso que usted parece señalar. Nuestros docentes ejercen una de las más nobles y selectas vocaciones; esto es, compartir conocimientos, sueños y anhelos para una sociedad más justa y fraternal.
Conocemos profundamente el mundo de las aulas. Crecimos respirando las alegrías de los niños y jóvenes junto con la blanca sutil niebla de las tizas flotar sobre pupitres cargados de esperanzas.
La maestra es la incuestionable “segunda mamá”. Si la necesidad se hace presente preparan alimentos, si hay frio comparten mantas calientes y si asoma las tristezas lacerantes, devoran lágrimas para transmutarlas en alegrías nuevas y sonrisas florecientes. El corazón de un docente suele ser enorme en bondad y realización, ya que el compartir es un poderoso ejercicio espiritual, ignorado por los que ven las aulas detrás de los distantes escritorios burócratas saturados de indiferencia crónica.
Los profesores son alfareros del destino común de una comunidad que progresa a pesar de la infamia de los mediocres de siempre.
Soledad Acuña dijo: "La mayoría elige la carrera docente luego de haber fracasado en otras”. Luego de esta cruel e infundada afirmación de la ministra de educación porteña, ¿cómo continúa la relación institucional del gobierno de la ciudad con los docentes? Ya que está claro que la ministra Soledad Acuña piensa que los docentes son fracasados en su mayoría: ¿sin respeto puede haber un diálogo fecundo? ¿Si reina la subestimación tan extrema como la de Acuña podrán existir acuerdos genuinos?
Además, los años suman experiencia, prudencia, mesura y buen gusto respetuoso por el semejante, cualidades que la ministra parece carecer. Los años no suelen sumar decrepitud, suman valor en conocimiento comprensivo de las personas que viven bajo la luz de un noble propósito, como suele ser el universo de los docentes.
Horacio Rodríguez Larreta, un potencial candidato a la presidencia de la Nación Argentina, se encuentra ante una drástica disyuntiva: ¿avala los dichos de su ministra o los desautoriza? Sea cual fuere la decisión de Larreta marcará una señal inequívoca para su futuro político.
Llevamos 35 años trabajando junto a docentes y podemos dar FE de la abnegada vocación de los trabajadores de las aulas. Son personas ejemplares en su mayoría y encuentran dicha compartiendo sus días con niños y adolescentes a los cuales guían.
Las familias confían sus hijos al corazón desinteresado de los maestros y maestras, de los profesores y profesoras. Los desafortunados dichos de Soledad Acuñas son irrespetuosos en un grado superlativo.
La humildad económica no es sinónimo de fracaso individual, así como una fortuna bancaria no es garantía alguna de honestidad y éxito personal.
En estas humildes líneas queremos rechazar enfáticamente el sentir clasista e infame de la ministra Acuña. A la vez que reivindicar la actividad docente, verdaderos artífices de la sociedad con conocimiento y generosidad para el servicio del pueblo de la patria.
Máximo Luppino
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