La rueda del tiempo no cesa de girar y teje episodios deslumbrantes en el telar insondable del destino. Los hilos son nuestras acciones y nuestros pensamientos que guardan una intencionalidad determinada.
Hace un año, Evo Morales era víctima de un golpe institucional. Fue expulsado del poder político que el pueblo de Bolivia le confió. La vida del entonces presidente corrió peligro, al igual que la de sus familiares y colaboradores cercanos. Detrás del artero atropello a la democracia se encontraban los Estados Unidos de Norte América con Donald Trump como presidente “todopoderoso” del capitalista estado del norte. Así fue que Trump reconoció a Jeanine Añez como primer mandataria de la Nación boliviana. Nuestra Nación Argentina jamás reconoció a Añez como presidente de Bolivia. Alberto Fernández mantuvo coherencia republicana y conservó relación estrecha con Morales a quien le otorgó asilo y cuidado en nuestro país.
Hoy, Evo Morales volvió a su amada Bolivia triunfante, reconocido por todo un pueblo bondadoso y sufriente que busca sin cesar su destino de libertad y gloria. Una multitud lo aguardaba a Evo en su patria y lo recibió con los más altos honores que un pueblo le otorga a sus fieles gobernantes. Le brindó confianza, afecto, fidelidad y reconocimiento. El candidato de Evo, Luis Arce, actual presidente, triunfa en las urnas por más de 55% de los sufragios. La democracia popular retorna a Bolivia.
Mientras Evo volvió a su patria. Donald Trump debe, a desgano, partir de la Casa Blanca. El “invencible” fanfarrón fue derrotado por la mesura de Joe Biden. Los pueblos escapan de las locuras belicistas.
Mucho no esperamos del nuevo presidente de EEUU. Con que mantenga un poco de equilibrio mundial nos conformamos.
Hoy Trump se niega a aceptar el dictamen de las urnas, cual caprichoso “niño rico” exhibe berrinches de inconmensurable inmadurez. El mundo corrió serio peligro en la presidencia de Donald Trump. El fantasma de una guerra acosaba la paz mundial.
Trump, atrincherado en sus arcaicos criterios, cree torcer la realidad de su propia situación. Mientras el mundo saluda a Joe Biden como nuevo presidente electo, amenaza Donald con continuar desconociendo la voluntad de las mayorías de su Nación. Trump está transitando las desoladas calles de la ridiculez. La sombra de la falta de poder proyecta su oscuridad profunda para los días próximos del ya perdedor candidato a su reelección.
Evo reina en Bolivia rodeado del afecto popular, Donald amenaza con acciones judiciales y movilizaciones violentas de sus seguidores para continuar en un poder que ya le dio la espalda.
La realidad debe aceptarse como tal, con la humildad y sentido de ubicación que las situaciones requieren. Los “indómitos” de las redes sociales posen muy poco valor. El anonimato siempre fue el lúgubre rincón de los cobardes. Cuando el insulto y la descalificación pretenden substituir a las ideas, el alma de la humanidad sufre.
La mentira surge de la frustración, la verdad emana de los actos límpidos y claros. El nuevo tiempo le agradece a Evo Morales su compromiso con los más humildes de su patria y aborrece la necia violencia de los malos perdedores.
Evo en su nación de amor es feliz, Trump continúa transitando su laberinto de machista prepotencia irresponsable.
En nuestro interior establecemos el más duro infierno de frustraciones propias o el reino del cielo profundo de paz interior fruto de ser útiles al prójimo.
Ya lo dijo nuestro Papa Francisco: “¡El verdadero poder es el servicio!”
Máximo Luppino
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