¡Aquí estamos y estaremos los peronistas!
Mientras se pretende imponer desde algunas oscuras cavernas de pura difamación la falacia de que la mayoría de las personas desean abandonar nuestro país, nosotros, los del bombo y los redoblantes, los de “luche y vuelve” los “ni yanquis, ni marxistas” los “marginados” por los señores de la cultura, permanecemos firmes a nuestras íntimas convicciones y a la azul y blanca que tanto amamos.
Desde siempre estuvimos enamoramos de los paisajes Peronista, de sus modismos, de su genial simpleza, de su espíritu indomable y aguerrido, con esa pizca de rebeldía adolecente que nos hace abrazar con firme resolución todas las utopías humanitarias imaginables. El peronismo es la patria de los sueños justos, el gran hogar de TODOS. En especial de los que poco poseen, de los sin techo, pero con un corazón llenos de sueños de dignidad… Pero por sobre todo sentimos que somos lo mismo que ese vecino bueno y rudo que desde el interior de la patria llegaba a Buenos Aires desbordado de chacareras, ilusiones y esperanzas. La casa propia, el trabajo estable, la lucha para que los hijos estudien y superen las fronteras de sus padres y abuelos. Un futuro mejor de la mano de un justicialismo que los tendría como esencia de su propio historia.
Recordamos nuestra Juventud de compromiso social, militancia temprana con más pasión que razón. Días tempranos y joviales en un barrio Trujui salpicado por baldíos con sus calles polvorientas de tierra cansada. Desequilibrio párvulo que el tiempo sabio con su dulce e implacable garrote de terciopelo se encargó de corregir y mesurar.
Indómito anhelo de no decirles una ye servil a los yanquis. Sabedores de que la lucha siempre es cultural abrazábamos cariñosamente a esa guitarra criolla generadora de incontables delicias de regocijos sin fronteras entremezcladas con algunas lágrimas concentradas de inconmensurable emoción. Deseábamos ser pueblo, ser solidarios y útiles a nuestro barrio. Queríamos ser nobles soldados de Perón, envueltos en la gloria diáfana de una bandera Argentina con su refulgente amarillo sol en nuestro pecho…
Recordamos alegremente aquellos días primaverales donde no teníamos miedo a imaginar, a soñar, a no colocarnos limites cuando nos lanzábamos hacia adelante e quiméricas proyecciones que nos permitían beber un poco del elixir espiritualmente embriagante de la libertad. Fue en esos años donde la relación con el justicialismo comenzó como un romance épico sin fin. Pasaron ya muchos días de la lealtad, y este 2020 amenazados por una pandemia criminal no dejaremos de recordar aquel 17 de octubre de 1945 donde el pueblo de la Nación le dijo SÍ a Juan Domingo Perón iniciando un compromiso de espíritu que el tiempo no pudo destruir.
Cantaremos la marcha con más amor que nunca, con emoción y recuerdo sentido por todos los compañeros que nos acompañan desde el cielo.
No tenemos odio ni rencor en nuestro ser. Sólo gratitud a DIOS por todo lo que nos regaló y por reflotar con infinita energía nuestra pertenencia cultural al movimiento no marxista más grande del mundo occidental.
Hoy igual que ayer decimos: ¡Presente mi General, aquí estamos y estaremos firmes a nuestras consignas de patria grande con un pueblo feliz.
¡Feliz día de la lealtad peronista para todos!
Máximos Luppino
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