Dos de nosotros

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jueves, 11 de junio de 2020

VICENTIN, UNA PUJA DE PODER

En el sistema capitalista mundial el verdadero poder reside en las corporaciones económicas. Muy por detrás de las vigorosas multinacionales, asoma el poder político como un acólito tímido en vulgar teatralización incierta. 

Los grandes fondos económicos con sus fortunas incalculables ponen y sacan gobiernos como si fueran pañuelos descartables luego de su utilización. Los políticos suelen ser doblegados por las campañas comunicacionales implementadas desde los masivos medios de comunicación. Así se forja una imagen de “hombre honesto o de salvaje dictador” más allá de la realidad. ¿Cuántas personas públicas pueden resistir una deliberada “campaña periodística”?
Tanto “chicanean” a Alberto Fernández con que sólo se ocupa de enfrentar los desmanes de la pandemia, como si salvar vidas fuera un gesto menor. Le solicitaban a gritos “medidas económicas. La intervención de Vicentin apareció como una respuesta contundente al mediático pedido. 
El gobierno de Alberto desea dejar un legado. Pretende mayor igualdad social y colocar a la población de la república en el sendero del progreso concreto. 
Creemos que “Todo en su medida y armoniosamente”. Una nación no puede tener un gobierno que oficie como cortesano del poder y tampoco deseamos un estado omnipotente que aplaste y oprima las loables iniciativas privadas tan necesarias para una democracia eficiente. Coloquemos a Vicentin en el contexto político-económico adecuado. El estado pretende expropiar a una de las cerealeras más poderosas del país, con ramificaciones comerciales en múltiples rubros. Desde la producción de aceites y hasta inversiones filmográficas. No se interviene el “Taller de Don Nicola”, ni las empresas de familias laburantes. Vicentin, junto a otras poderosas empresas, podía modificar el precio del dólar y generar inflación y desabastecimiento con sólo proponérselo. Pero esto no es todo, Vicentin jugó fuerte en la compra de dólar futuro. Es decir, establecía acciones financieras de gran envergadura. Muchas de estas bicicletas financieras las realizaba con dólares que el mismísimo Banco Nación le prestaba en temeraria actitud. Las causas penales al respecto hablan por sí mismas. 
Vicentin debe dinero a productores pequeños y medianos. Puso en peligro a miles de trabajadores constituyéndose en ejemplo de ese grotesco apotegma de: “Empresas pobres con empresarios ricos”…
Vicentin fue un poderoso aportante económico de las campañas políticas de Cambiemos. Quizás estos “favores” la hacían beneficiaria de millonarios prestamos que la empresa no podía o no quería devolver. 
Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central de La Nación, es señalado como responsable de los irresponsables créditos otorgados a la cuestionada empresa. Mientras el gobierno de Mauricio Macri establecía profundas simpatías con Vicentin, hasta quizás sospechadas “sociedades”, el gobierno de Alberto establece un compromiso con los trabajadores y el cuidado irrestricto de los intereses del país. 
Claro está que la posible expropiación de la empresa es una decisión soberana del Congreso de la Nación Argentina. En este ámbito de debatirá y eventualmente se decidirá el destino de Vicentin. Democrática acción republicana. Por cierto, tal cual lo dicta la ley. 
Detrás de las medidas que conciernen a la empresa se encuentra una manifiesta puja por el poder en el país. Será el caso Vicentin una bisagra que abrirá otras puertas gigantescas hacia la soberanía Nacional. 
Somos conscientes que de expropiarse Vicentin comienza un desafío enorme para el presidente de la Nación, quien se encontrará obligado a garantizar buenos dividendos para la empresa.  Alberto comenzó a “jugar muy fuerte”, tomando medidas que dejarán huella en el destino del país. 
Daba la impresión que Vicentin, como otras empresas bajo el paraguas de Mauricio Macri, podía hacer y deshacer a su antojo. Eran los dueños del poder en la Nación. Sin dudas las cosas cambiaron. Ahora hay un gobierno en la república. 
Debemos proteger y auxiliar rotundamente a las empresas pequeñas y medianas de nuestra patria. No podemos perder más tiempo. Del origen de un empresariado nacional florecerá un futuro más sano para empleados y comerciantes. 
Hoy las injusticias pasadas se llaman Vicentin. 
Que los combates establecidos sean para el bien tangible de nuestra gente.

                                                                 Máximo Luppino

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